sábado, 20 de marzo de 2010

HABLAR PARA SEDUCIR

Desde la Grecia clásica se estudió el poder seductor de la palabra ; la posibilidad de influir en el ánimo de los demás mediante la retórica. Pero históricamente, el termino seducción se ha asimilado más al arte del engaño de hecho esta es la definición que recoge el diccionario de 1739 engañar con el arte y mañana. Persuadir suavemente al mar.

Una seducción consciente

En todos estos casos, el emisor es consciente del poder de sus palabras. No es posible pensar en el mecanismo de la seducción sin atribuir al emisor un cierto (y seguramente alto) nivel de conciencia sobre sus intenciones y el camino que utilizará para conseguirlas además, quien pretende seducir debe conocer al otro, comprender sus intenciones y los resortes que pueden influir en su ánimo, ejercer un cierto perspectivismo empático.
Así cuando se planifica una exposición oral o un texto escrito o se analiza un mensaje recibido, uno de los aspectos sobre lo que se puede (y seguramente se debe)incidir es el que se refiere al carácter connotativo de dicho mensaje. Si analizamos el impacto que produce en lo recibe y estudiamos la manera en que influyen los diferentes recursos en el ánimo del receptor estaremos enseñando a nuestros alumnos a identificar los mecanismos de la seducción a través de la palabra.

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